Los ferrys salen más o menos cada 30 minutos, y son gratuitos. Los residentes en la isla hacen una cola aparte y tienen preferencia para el embarque. Luego de un trayecto de unos 40', llegamos a la isla. Allí hay sólo un embarcadero. Toda la isla es una larga barra de arena, donde están sus famosas playas.
El embarcadero al norte y el pueblito al sur, en una ensenada mirando hacia el agua interior. El faro, en la ensenada, orienta a los navegantes que entran en el puerto.
Aquí viven todo el año unos 800 hab, en verano lógicamente se llena mucho. Nos alojamos en un simpático motel mirando la bahía... en estas aguas encontró su final anunciado el pirata Barbanegra. En las mañanas, desayunamos sin apuro mirando el puerto!
Luego del desayuno, a la playa... o a caminar por las callecitas, no sin antes hacer una ronda de llamadas a Cincinnati, donde estaba por nacer Thomas.
Lo del teléfono fue una cosa inesperada, pues allí desde la habitación fue imposible. Asi que estuvimos dependiendo de teléfonos púlblicos, que son una especie en extinción, o de que los empleados del hotel o de un restaurante nos prestaran sus celulares, cosa que hacían con toda gentileza una vez que Gloria explicaba que estábamos esperando un nieto!
Un día no pude resistir la tentación de aprovechar la oferta de un café que ofrecía 25 langostinos grandes por $5... la pucha que estaban picantes! Una hora después, me volví al hotel para tomarme un antialérgico porque ya me empezaban a salir unas ronchitas...menos mal que allí paró la cosa!
Hay en la isla unos ponys que se dice descienden de los caballos traídos por los primeros colonizadores. Siempre fueron algo especial aquí, a tal punto que en los Scouts del pueblo eran uno de los pocos grupos de scouts montados que existieron... hoy viven tranquilos en estado semisalvaje en áreas de protección.
Por supuesto visitamos el pequeño museo, con recuerdos de la vida marinera, cosas viejas y artesanías de la zona... en el pasado aquí la vida era de caza y pesca, literalmente.
Luego de una buena caminata por la orilla del agua o por las callecitas, qué bueno es tomarse un 'tissue restoring' café o té!
Un poco más de caminata, o bien descanso, lectura y baño en la habitación o en la galería mirando el agua y el atardecer... haciendo tiempo para la cena!
Así pasa el tiempo en vacaciones, bastante rápido. Lamentablemente llegó la mañana en que nos tuvimos que ir... ruta, ferry...
Ruta nuevamente...y llegamos a Raleigh por otro camino, también muy bonito, por la parte más plana y acuática de Carolina del Norte.
qué lindo ocracoke!
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