Luego de dar una vuelta por el pueblo y sus alrededores, nos encaminamos hacia un restaurant que ofrece un menú típico... qué mejor manera de absorber la cultura?
Con el postre no pudimos, así que nos llevamos uno en nuestra doggy bag, cosa que aquí se acostumbra mucho, y que nosotros normalmente no hacemos porque tenemos cuidado de pedir sólo lo que sabemos que nos podemos llevar puesto.
Luego de un reparador descanso nos pusimos en marcha hacia el norte, tomando la famosa Blue Ridge Parkway, que nos había quedado pendiente de un viaje anterior.
Se trata de un largo camino (755km) que va propiamente por el filo de una porción de los Apalaches que se llama Blue Ridge, y es muy interesante por los panoramas que ofrece, como obra de ingeniería y también como ejemplo de las grandes obras públicas que se encararon en los años 30 para ayudar a la zona a salir de la Gran Depresión.
La zona montañosa ha sido tradicionalmente muy aislada y subsisten aún antiguas costumbres, artesanías y formas musicales, que reconocen raíces escocesas, inglesas e irlandesas.
Ahora, si bien no es propiamente un parque, forma parte del sistema de los parques nacionales.
Cuando el camino se inclina hacia el este, siguiento la línea de los Apalaches, nos bajamos y tomamos otras rutas, primero vecinales y luego autopistas que nos llevaron por Virginia, West Virginia y Kentucky hasta Ohio, donde en Cincinnati llegamos por fin a nuestro destino.
Les dejo un poco de música antigua de la zona en 'dulcimer de los Apalaches'
Y algunas fotitos más aquí.
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