A mis compañeros de viaje.
"...fue odioso, pero ¿qué podría haber hecho? Se estaba yendo la gente más calificada y la economía de la RDA hubiera colapsado de no haber obrado algo contra la huída en masa... El muro era la única opción que quedaba". N. Kruschev
Hoy hace exactamente 20 años que cayó el célebre Muro de Berlín, que protegía a los felices habitantes del Este de las infames conspiraciones fascistas del Oeste.
La desintegración casi súbita de un gran imperio no es cosa de ver todos los días. Claro que la podredumbre venía de muchos años y de repente explotó. En realidad, el fracaso del sistema ya había sido admitido cuando se construyó el muro, en 1961.
Pero todo esto lo pueden leer en sus diarios o revistas de actualidad, o inclusive en los libros de historia.
Por eso me gustaría compartir una experiencia personal con respecto al mundo feliz del llamado 'Este'.
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Corría el año 1965.
Recorría Europa con mis compañeros de la Facultad de Ingeniería de Rosario, en 'viaje de estudios'. Era el turno de Alemania.
Aquí me ven estudiando la logística de Octoberfest en Munich.
En Alemania Occidental nos quedamos unos cuantos días. Nos atendieron muy, pero muy bien y uno de los beneficios que teníamos era tener como guía a un estudiante alemán, que hablaba muy bien castellano.
Su nombre era Günther, y había nacido en algún lugar del otro lado, o sea de la República Democrática.
Por lo tanto, cuando llegó el momento de conocer Berlín, se le oscureció un poco el rostro. Todo el viaje estuvo algo asustado y cuando hubo que pasar al sector oriental, lo hizo por el subte, que tenía menos controles. El miedo no es sonso...
Así que un día enfilamos para la frontera, en nuestras Kombis VW. Al entrar en el paraíso, nos revisaron bien concienzudamente. Pero a las valijas, ni bola. Lo gracioso es que los guardias se detuvieron por casi una hora hojeando, página por página, las diversas revistas de historietas o señoritas argentinas que alguno de mis amigos llevaba. (a varios les mandaban revistas sus parientes, para que no extrañaran). Así que imagínense la escena: nosotros en las Kombis, y en la caseta de control 3 guardias uniformados y armados, examinando las aventuras de Patoruzú e Isidoro, o los diversos personajes de El Tony, o las morochas argentinas, con mucha atención! No fuera cosa que entrara material subversivo.
Finalmente nos franquearon la barrera, y nos dirijimos hacia Berlín. Recordemos que Berlín Occidental era una islita en medio de Alemania Oriental. En la ruta, que cruzaba zonas mayormente agrícolas, lo que más llamaba la atención era ver mujeres trabajando en el campo y arreglando la ruta con pico y pala.
Pasamos un par de días muy divertidos e interesantes en Berlín Occidental, que por supuesto era una vidriera de nuevas construcciones, y luego dedicamos un día a visitar el sector oriental.
De nuevo la historia de las historietas... recorrimos la ciudad durante todo el día. La sensación de tristeza era casi respirable. Vastos espacios, totalmente arrasados, sin reconstruir a 20 años del fin de la guerra.
En algún lado dejamos nuestras Kombis, pues la visita sería de riguroso ómnibus y guía local.
Llamaba la atención la poca gente en las calles, y la ausencia casi total de tránsito vehicular.
Muchas manzanas arrasadas por los bombardeos todavía estaban tal cual, incluso algunos edificios medio en ruinas estaban habitados.
Eso si: profusión de banderas, de la RDA y la USSR, por todos lados.
Nada de carteles ni anuncios luminosos, salvo alguno que celebraba la amistad eterna con la USSR.
Amplias avenidas con sólo edificios en la parte de la manzana que daba a la avenida.
Ésta se llamaba Karl Marx Allee.
Si nos corremos un poco, vemos la parte de atrás, con casas casi derruídas.
O sea, construcciones nuevas literalmente para la foto.
Otra cosa llamativa: mucha presencia de uniformados. Cambios de guardia a paso de ganso. Desfiles.
Igualito a cualquier película sobre nazis, sólo que con otras insignias, y casco más actualizado.
Una experiencia muuuy interesante....
Recorrimos todo lo que pudimos, y al anochecer buscamos las Kombis para irnos de vuelta al sector occidental. En sus lunetas traseras les habíamos pegado sendos carteles que decían: ARGENTINA, y una banderita. (así viajamos por toda Europa, durante seis meses)
Cuando finalmente llegamos al lugar donde las habíamos dejado, estaba esperándonos un tipo.
Ni tuvimos tiempo de pensar quién sería, cuando dijo, 'Hola muchachos, soy argentino...'
Claro, no era frecuente encontrar argentinos allí y el hombre había visto los autos y se había quedado esperando, según nos dijo, tres horas nuestro regreso, para tener la ocasión de charlar con nosotros.
Por supuesto que nos quedamos como una hora conversando, dando noticias de nuestro país y conociendo detalles de la vida bajo el régimen. No podíamos hacer menos.
Por último nos contó su historia... verdaderamente, una de amor y sacrificio.
No recuerdo para qué había ido a Alemania. Sólo que se enamoró de una alemana oriental, se casó y ahora no podía salir...en realidad él sí podía, pero a la que no la dejaban era a la mujer. Así que estaba allí varado...cosas de Cupido y el maldito muro.
Más tarde, nuestro compatriota se marchó entre las sombras. Por lo menos alguien lo esperaba en alguno de los horribles departamentos de la ciudad medio destruída.
Me quedó su imagen grabada en la memoria y un nudo en la garganta.
Qué habrá sido de la vida de este compatriota?
A la vuelta los guardias no se preocuparon por las revistas. En cambio, inspeccionaron con espejos la parte inferior de los autos... no fuera cosa que lleváramos alguna persona abajo.
Nos volvimos bastante impresionados con lo que vimos, y con la historia de la que fuimos confidentes.
A mi me quedó una vivencia real, y una lección: los paraísos impuestos no existen.
Y, además, los muros no me convencían... más tarde, vendría la demostración de que tampoco pueden durar eternamente.
clap, clap, clap (esos son aplausos).
ResponderEliminarNacho me iba leyendo la entrada en voz alta y nos atrapó la historia. Muy interesante. Muy bien contada.
I dont want to be another brick in the wall, decía Pink Floyd.
ResponderEliminarOjalá cada uno de nosotros pueda derribar sus propios muros levantados por miedo, inseguridad, facilismo, intolerancia, conveniencia...
A mi tampoco me gustan ni los muros, ni los alambrados, ni los ismos, ni los nosotros y ellos.
Ojalá lo logremos o los potus serán la próxima raza que domine el planeta...
Me gusto leer tu experiencia sobre el MURO y sobre el este. La llamada Alemania Democrática. Nunca entendí eso de democracia y comunismo stalinista.
ResponderEliminarEn esa misma época yo estaba en Bonn haciendo lo mismo que vos y teníamos de guía a un alemán que habíamos conocido en Baires porque había estado haciendo una pasantía en el Conade. No tuve la experiencia de ir al Este pero la que viví en Dortmund gracias a nuestro anfitrión fue excelente. Creo que cruzar desde el oeste hasta Berlín debió haber sido una aventura que debe haber durado varios días. Debe haber algo así como 600 km. entre Bonn y Berlín por una carretera que controlaban en gran parte los comunistas.
Salimos de Hamburgo hacia el sud, luego a la altura de Hannover estaba la ruta que iba a Berlín (la única). Llegamos en el día, efectivamente deben ser unos 500 o 600 km.
ResponderEliminarEstimado Enrique: me encantó la narración (como estaré afectado por los cosas de mi pobre país que me cuesta escribir la palabra "relato" que es la mejor para el caso). Aunque el tema es duro y las fotos muestran muy bien que la tristeza se ve y oye en las calles (y en las fotos), ha sido un placer viajar al pasado. Y también me alegra mucho que jóvenes Ing. como Ud. hayan podido ir a Europa de viaje de estudios. (teníamos una buena calidad de vida en 1965!).
ResponderEliminarTambién me hizo recordar a la película alemana "la vida de los otros". Una genialidad, que no estuvimos muy lejos de experimentar.
Bueno, no supe escribir mis comentarios en el blog (decía algo así como Gregorio), pero me basta que sepa que ahora viajaré con un nuevo interés a Berlín (había olvidado la fecha de creación del Muro y que la ciudad estaba en el medio de la Alemania comunista, la hacía sobre le borde).
Un afectuoso saludo, Gualterio
que bello los lugares que tu publicaste gracias
ResponderEliminarque hermosos esos lugares gracoas por publicar
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