In
Memoriam Elsa
Un
'palacio encantado'. Coherencia y armonía. Una saga. Colección de mobiliario que
refleja el paso de las generaciones, probablemente la mejor del
Loira. Tapices belgas, pinturas, paredes tapizadas en cuero.
Y
para completar, protagonismo en una famosa historieta...
Todo
ésto, y más, es Cheverny. Una visita obligada.
***
Hace
6 siglos que esta propiedad se mantiene en poder (con dos breves
períodos de pocos años) de la misma familia. En los 1500 ya había
un castillo, propiedad de los Hurault, financistas y oficiales reales
en varios reinados.
Hoy
el castillo sigue manejado por los herederos, los marqueses de
Vibraye.
Inclusive
se salvó de los destrozos de la Revolución, tan comunes en la zona,
en parte porque los Hurault eran gente bastante popular y también porque la
residencia fue usada por el gobierno para la recepción de
embajadores. La familia quedó sin embargo afectada en sus recursos y
vendió la propiedad en 1802, siendo recuperada por un Hurault en
1825.
Aún
vive allí, en parte del piso superior, la familia del heredero actual, y en
alguna de las salas hay fotos familiares antiguas y un interesante
árbol genealógico.
Del
antiguo castillo no se sabe bien qué es lo que permanece bajo los
muros del nuevo, edificado a principios del S17 por Henri Hurault y
su esposa Marguerite Gaillard. Nos encontraremos con sus iniciales H
y M al desarrollar nuestra visita.
Por
haber sido concretado en pocos años (1624-1640) y bajo una misma
idea estilística, este château es sumamente coherente en su diseño,
se dice que inspirado en el palacio de Luxemburgo, en París.
También
se nota esta coherencia en su ambiente íntimo, en la armonía, el
cuidado del detalle y el riguroso mantenimiento del mobiliario.
Las
líneas horizontales que marcan la fachada son novedosas para la
época y pasarían a ser características del estilo clásico
francés.
Está
construido en piedra de Bourré, del valle del Cher. Es una piedra
blanda y fácil de trabajar, pero más sólida que la Toba del valle
del Loira, que ya hemos visto en otros castillos.
Y
al envejecer, endurece y se aclara, lo que da a las fachadas ese tono
casi blanco.
Cheverny
es hoy una joya inmaculadamente preservada que se nos antoja vivible. Fue
una de las primeras propiedades del Valle del Loira en abrir sus
puertas al público, en 1922.
TIP:
El pequeño pueblo de Cheverny tiene algunos restaurantes y hoteles y
es una opción para alojarse. Puede ser una buena base
para la visita a otros castillos de la zona. Como es usual en pueblos franceses, vemos arriba un monumento conmemorativo a los caídos en la 1° Guerra.
Luego
del ingreso desde el pueblo, cruzamos unos manicurados jardines hacia
la entrada... oímos ladridos, los emite la jauría de caza que luego
veremos en acción masticatoria.
Sobre
el frente del edificio, medallones con imágenes de emperadores
romanos. En el centro, Julio César.
TIP:
Como siempre, al entrar no nos olvidamos de recoger nuestro folleto,
que en este caso es particularmente bueno y describe las
instalaciones al detalle. Tomarse unos minutos para ubicarse en lo
que se va a ver!
Hay
visitas guiadas (costo aparte) pero con el folleto es más que
suficiente.
***
El
interior visitable tiene un recorrido prefijado, en un único sentido. Aquí algunas notas.
El
comedor de gala.
Notable la gran mesa, que con extensiones puede sentar a 30 comensales.
El
techo ricamente decorado.
Las
paredes, tapizadas en cuero, con el escudo de armas de la familia:
cruz azul y soles rojos.
A
nivel de las miradas de los comensales, una serie de 34 paneles
pintados relata la historia de Don Quijote de La Mancha.
Al
fondo, una monumental chimenea de mármol, con aplicaciones doradas y
un busto de Enrique 4°.
Por
la escalera recta con descansos, estilo italiano,
subimos hacia el piso superior. Está decorada con tallas referentes a las
artes y las ciencias.
En
el descanso, una armadura del S16 monta guardia, bajo una
cornamenta de un antepasado prehistórico (siberiano) del alce
moderno. Fue un regalo a un antepasado científico.
Ya
arriba, pasamos por una serie de aposentos privados,
todos con un toque más familiar, más humano.
Habitación
de nacimientos, donde
las recientes mamás solían presentar a sus nuevos vástagos.
Habitación
infantil
Interesantes los caballitos de juguete, que empezaron a hacerse populares en la
época de Napoleón 3°.
Habitación
casados,
Aquí
la nota cholula, con el vestido de bodas de la actual marquesa
(1994).
Comedor
familiar.
No siempre había que usar el comedor principal... pero la vajilla, que fuera fina, eh?
Otros
elementos de cocina y repostería.
Llaman la atención los biombos, que se usaban para amortiguar corrientes de aire.
Sala
de Armas
Es
la más grande del castillo, y refleja el gusto romántico por la
caballería.
Una buena colección de armas y armaduras, inclusive una para niño.
Habitación
del Rey
Siempre
es mejor estar preparado... con una buena habitación en caso de que
pase un VIP y necesite hospitalidad.
Techo
artesonado italiano, y una colección
tapices siglo 17 con temas mitológicos.
Se exhibe una cama
usada por Enrique 4°, quien visitó el castillo en una oportunidad.
Su busto adorna el comedor principal. Parece pequeña, en esa época
la costumbre era dormir sentado... se creía más saludable. El
baldaquino ayudaba a mantener el calor.
Vestíbulo.
Interesante
el árbol genealógico de la familia.
Gran
salón.
Cuadros
varios de realeza y familiares.
Galería.
Retratos
y mobiliarios varios, y una perlita: carta de George Washington a un
antepasado que combatió junto a Lafayette y Rochambeau en la Guerra
de la Independencia norteamericana.
Salón
de los Retratos
Más
retratos de los Hurault, más finos mobiliarios.
Biblioteca
con mobiliario
del 1° Imperio.
Salón
de los tapices.
5
tapices de Flandes del S17, muebles de época y un cronómetro
(servía para regular otros relojes menos exactos)
***
Un
poco de fantasía: el château de Moulinsart.
Quienes
nos hemos divertido con la historieta que contaba las aventuras de
Tintín, el joven periodista, de su perro Milou, del capitán
Haddock, el profesor Tornasol, los inefables detectives Fernández y
Fernández y los malandrines de turno, reconoceremos Cheverny como el
castillo ancestral de los Haddock: Moulinsart.
Aparece
por primera vez en 'El secreto del Unicornio' y es luego residencia
de Haddock y escenario de varios libros posteriores.
El
historietista belga Hergé (Georges Remi) se inspiró en la fachada
de Cheverny para su creación. (comparemos quitándole a la fachada
las torres de los extremos)
Hoy
hay una exhibición en el castillo dedicada a Tintín, en
conjunto con la Fundación Hergé. Cuenta con dibujos, objetos y
cuartos de los personajes.
TIP:
Les secrets de Moulinsart se cobra aparte y puede ser un
alivio para algunos niños ansiosos, y les dará excusa a los padres
para comprar luego alguna de las historietas y leéselas a los niños. O releerlas ellos...
Quizá los fans se quedarán con gusto a poco.
Quizá los fans se quedarán con gusto a poco.
***
Exterior
Ya
hemos hablado del aspecto exterior del château. Paseamos ahora un
rato por las dependencias, vemos la Orangerie (invernadero)
originalmente pensada para albergar naranjos traídos de España.
Aquí
fueron escondidos varios tesoros del Louvre, entre ellos se dice
que la Mona Lisa, en tiempos de la ocupación alemana en la 2°
guerra.
Los
jardines son muy interesantes, 'a la inglesa' es decir con
disposición de las plantas y árboles más cerca de la natural, con
el agregado de extensiones de césped que hacen de transición con las
áreas construídas.
Hay
también un huerto donde se cultivan las flores que alegrarán el
recorrido de los interiores; una sala de trofeos de caza, y otras
dependencias.
Volvemos
a oir los ladridos... es hora de que la jauría de perros del
castillo se alimente.
Son
unos 70 perros tricolores, mitad foxhound inglés y mitad poitou
francés, de pies grandes y mucha resistencia.
Se
entrenan permanentemente, y cada día (ver horario) son alimentados
con su ración de carne cruda.
Los
perros pueden verse a cualquier hora, pero la hora de la comida es un
espectáculo imperdible, como demostración del entrenamiento de los
animales.
TIP:
como la perrera está en camino a la salida, planear para poder
asistir a la comida, si es de tu interés. (seguir carteles: chenil)
Los
perros son traídos a una terraza de observación.
Luego
un cuidador dejará en el suelo la carne, y esperará unos minutos.
Los perros, entretanto, han dejado de ladrar, algunos emiten gemidos
de ansiedad. Cuanto que tarda éste, compañero!
Sólo
ante una señal del cuidador, se permitirán comer.
Vamos
saliendo...
***
TIP: A pocos metros de la puerta, hay una vinería dedicada a los vinos de
Cheverny, que son frutados, livianos, aromáticos. Está manejada por
los viñateros. Hay degustaciones, algunas gratuitas y otras pagas, y
los viñateros atienden consultas. Buen lugar para llevarse un par de
botellas y usarlas en futuros picnics.
En
resumen, Cheverny nos ha resultado una visita muy agradable y
recomendable!
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