Luego de estacionar nuestro auto, cruzamos por una pasarela y vamos a recorrer la morrena del lago, una ancha franja de cantos rodados que lo cierra.
Las vistas del glaciar, allá a lo lejos, y de los Cuernos del Paine, son estremecedoras.
Se trata de un glaciar en retroceso, de unos 30 m de altura en su frente. Se ven pasar los témpanos que ocasionalmente se van desprendiendo.
El lago, de aguas algo turbias por causa del limo glacial en suspensión, tomaba en el día soleado en que lo visitamos un color verdoso muy bonito.
El lago, a través de los ríos Grey y Serrano teminará llevando sus aguas al Seno de Última Esperanza.
Junto a los Cuernos, el cerro Aleta de Tiburón.
Y con la luz adecuada, los Cuernos adquieren un colorido increíble.
TIP: Es intenso el nivel de radiación UV en una zona como ésta. Hay que estar precavidos y usar protector solar!
Nos vamos con las retinas llenas de color y maravillados por la naturaleza... Y sobre todo, agradecidos por haber disfrutado de un clima buenísimo, lo que no es muy usual, como ya habrán apreciado en entregas anteriores!
Nuestro nuevo amiguito nos despide... seguramente se consolará con los próximos visitantes!
En la próxima entrega, la última ya de la serie dedicada a Torres del Paine, hablaremos de Río Serrano.
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