Como
dijimos anteriormente, las murallas son el principal atractivo de
Saint Malo para el visitante casual. Así que, luego de ingresar a la
ciudad antigua (intra-muros) por la puerta de St. Vincent, y
también de visitar la muestra sobre las aventuras del conde Louis
Antoine de Bougainville, finalmente subimos las escaleras y nos
disponemos a caminar por su camino de guardia.
En
cada una de las puertas se podrá subir o bajar por las escaleras
correspondientes.
Saint Malo es también, para mucha gente, un 'resort' playero. Así que
algo que se puede hacer, si el tiempo y las mareas lo permiten, es
bajar hacia la arena y caminar un trecho por allí. (recordemos que
en toda esta costa las mareas tienen una amplitud notable)
A
veces se ven en la playa bosques de troncos verticales... tienen la
función de y proteger a la muralla de los embates de las
olas con la marea alta. La fuerza de éstas es notable, cada 20 años
deben reemplazarse los troncos!
Hacia
el lado del mar también pueden apreciarse las islas cuyas
fortificaciones completan las defensas de la antigua ciudad. Dos pueden visitarse, alcanzándose a pie durante la marea baja. Fueron
construídas a fines del S17 por el mismo
arquitecto militar que completó las murallas, Vauban. En la
primera que vemos, está el Fort National. Más adelante se
encuentra el Fort du Petite Bé, en la isla en la cual está la
sepultura del poeta y diplomático Chateaubriand, hijo dilecto de la
ciudad. Hay otra isla, más larga y más alejada, a la que no se
puede acceder pues aún puede haber minas antipersonales desde la 2° Guerra.
Del
lado de la ciudad, la mayoría de los edificios que vemos son de 1945
o posteriores... recordemos que Saint Malo fue rigurosamente
bombardeada luego del desembarco de los Aliados, hasta el desalojo de
los alemanes que se habían hecho fuertes en la zona. El intra-muros
ha sido reconstruído con mucha precisión y la ciudad tiene casi el
mismo aspecto que antes de la guerra, pero con edificios más nuevos.
Seguimos
caminando y encontramos una linda creperie, Le Corps de Garde,
recomendada. Pasamos de largo, es media tarde ya tenemos que tratar
de ver lo más posible...
Más
adelante, unas banderas de Quebec nos recuerdan que Jacques Cartier,
'descubridor' de Canadá, vivió y se hizo a la mar en Saint Malo.
Eventualmente
alcanzamos un largo muelle de concreto, con buenas vistas de las
murallas. Y más adelante, canchas de pétanque y de boules bretonnes, ambos juegos parecidos a las bochas.
***
Siguiendo
un poco más se llega a la salida de los ferrys a Dinard.
Una
excursión a este resort tradicional es una buena manera de pasar unas horas, y
de paso tener una vista inmejorable de Saint Malo en el viaje de
regreso!
Con
un día de buen tiempo, se pueden recorrer las murallas y visitar Dinard.
Dinard
también está comunicado con Saint Malo por una carretera que cruza
el río Rance y que pasa sobre un dique con la primera usina
mareomotriz del mundo, puesta en marcha en 1967. (más sobre ésto en
un próximo artículo)
***
Desde
aquí, ya podemos bajar las murallas (o bien en cualquier puerta) y
adentrarnos en la ciudad. Desde abajo, el conjunto parece un poco opresivo,
porque las murallas son casi tan altas como las construcciones en una
gran parte de su recorrido. Casi todo es muy uniforme, monocromático.
Con sol, todo mejora... abajo, la plaza Jacques Cartier, descubridor de Canadá.
Con sol, todo mejora... abajo, la plaza Jacques Cartier, descubridor de Canadá.
Vamos
buscando nuestro camino de regreso a la puerta por la que hayamos
entrado, en nuestro caso la St. Vincent. Que también es el nombre de su templo principal.
La segunda atracción de Saint Malo para el viajero apurado consiste tomarse un par de horas para deambular por sus calles, ver su movimiento de gentes y tentarse con algo para comer.
Eventualmente
nos encontraremos con alguna antigua calle, que son las más
pintorescas y por lo tanto llenas de turistas.
Entre
las más divertidas, encontramos la Rue de la Vieille Boucherie
y la Rue Porcon de la Barbinais.
Si
nos queda más tiempo, podríamos visitar el muy cercano pueblo de
Alet, que cuenta con muy bonitas vistas de Saint Malo y sus islas, y
algunos remanentes de la 2° Guerra. Se puede acceder a pie o bien
en auto.
Y qué se puede comer? Estamos en Bretaña, de manera que hay mariscos (principalmente ostras y mejillones), crêpes, sidra... y por el lado dulce, los infaltables far breton y kouign amann!
Tampoco faltan especialidades de otros lugares de Francia, como los macarons!
Nos
sentamos un rato a disfrutar un café y algo dulce, no demasiado
tiempo porque queremos llegar a nuestro destino cerca de Dinan, la
próxima ciudad medieval que visitaremos.
Dentro de poco tiempo les contaremos acerca del río Rance, de su usina y del
pequeño pueblito de Plouer-sur-Rance, cerca del cual nos alojamos.
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Muy interesante el artículo.
ResponderEliminarEs importante recordar que los navegantes de Saint Malo descubrieron las islas Malvinas.(Malouinas).
Gracias Diego por tu comentario! Por lo que he leído, ya fueron avistadas por españoles en 1520, y a lo largo del S15 exploradas por navegantes ingleses, holandeses, franceses y españoles. El asunto era dominar el paso hacia el Pacífico... Lo que sí logró Bougainville fue establecer la primera colonia en las Islas. En mi artículo anterior cuento su historia. Cordiales saludos!
ResponderEliminarGracias por la información. Enrique.
ResponderEliminarPor nada Diego, tus comentarios son siempre bienvenidos!
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