Nos
bajamos del bus en Piccadilly Circus. Ya empezaba a anochecer y
estaba fresquito. Allá arriba, en el segundo piso del hopon-hopoff, se empezaba a
poner desagradable. Se imponía un descanso y cambio de ritmo.
Así
que comenzamos por tomarnos un buen cream tea en una
patisserie.
Bien
descansados, salimos y nos sumergimos en la marea humana de este
lugar que da la impresión de ser el punto de encuentro de toda la
humanidad.
Ya
se ha hecho de noche. Es viernes, y se nota que para mucha gente es
ocasión de salida. Multitudes. Mucha juventud, muchos turistas,
mucho castellano, mucho portugés y mucho japonés. Está fresco, y sin embargo buena parte
de las chicas usa minúsculos vestiditos sin breteles.
Cuántas
de estas personas serán nacidas y criadas aquí?
Porque
la inmensa mayoría
de los negocios está orientada a los turistas. Las mismas
chucherías made in China se
venden en todos lados: las cajas de lata conteniendo caramelos, té o
galletitas, con la forma de una cabina de teléfóno o un bus de dos
pisos, íconos de Londres, son ubicuas. Lo mismo que las banderitas británicas o la iconografía de los Beatles.
Aparte
de negocios abiertos todo el día, hay pubs, casas de té,
restaurantes, teatros, y sobre todo, una densa humanidad.
Primera
noche en Londres! Es un choque grande... hasta ahora casi siempre hemos circulado por pequeños pueblos o ciudades muy manejables...
Caminamos
embobados, porque el despliegue de luces y la cantidad de gente
atraen como imanes.
Me
acuerdo de la exquisita exageración de Samuel Johnson: When
a man is tired of London, he is tired of life, for
there is in London all that life can afford. (cuando
un hombre está cansado de Londres, está cansado de la vida, porque
hay en Londres todo cuanto la vida puede brindar). No sé porqué don Samuel no
incluyó a las mujeres, pero algo de eso hay.
Y,
aunque una vida no sería suficiente para conocer Londres del todo, uno se
empieza a ubicar en el zumbido permanente y en la asombrosa variedad
de esta colmena.
Un interesante video que muestra esta zona a través del tiempo:
Al fin, el frío y el cansancio del día nos vencen y decidimos volvernos al hotel.
Al fin, el frío y el cansancio del día nos vencen y decidimos volvernos al hotel.
Para
eso, qué mejor que el subterráneo (Underground o Tube).
El
automóvil particular casi ha desaparecido del centro neurálgico de
Londres, gracias a la eficiencia de los transportes públicos: Tube,
buses y taxis, y también a las fuertes multas que se aplican a los
incautos que ingresan.
El
costo del Tube, si se compra un solo ticket, es probablemente
el más alto del mundo. Claro que hay muchas opciones para conseguir
descuentos, de manera que el precio full sólo lo paga quien no
necesite hacer más de unos pocos viajes.
TIP: para los demás, varias posibilidades. Elegimos comprar Oyster Cards, tarjetas plásticas recargables con un chip incorporado. Los viajes se cobran de acuerdo a las distancias recorridas, por lo que hay que pasar la tarjeta por un lector a la entrada y salida de las estaciones. Si queda saldo al terminar la visita, se puede pedir el reintegro (es inmediato), o guardar la tarjeta para una próxima vez, o para que la use algún amigo.
TIP: para los demás, varias posibilidades. Elegimos comprar Oyster Cards, tarjetas plásticas recargables con un chip incorporado. Los viajes se cobran de acuerdo a las distancias recorridas, por lo que hay que pasar la tarjeta por un lector a la entrada y salida de las estaciones. Si queda saldo al terminar la visita, se puede pedir el reintegro (es inmediato), o guardar la tarjeta para una próxima vez, o para que la use algún amigo.
En
las estaciones, la mayor parte de las transacciones se efectúan por
máquinas automáticas, y para 2014 se piensa eliminar por completo
las ventanillas con personal.
Con
todo esto sabido, nos metemos en la estación. Ahora empiezan las
dificultades de la vida real... es viernes por la noche, y en ninguna
boletería hay humanos a la vista. Las máquinas que aceptan monedas
no dan vuelto. O no toman billetes. O viceversa. O las que expenden
boletos de papel no dan Oyster cards... O no nos aceptan nuestras
tarjetas de crédito. Luego de unos cuantos minutos de zozobra,
conseguimos dar con la máquina exacta y nos vamos con nuestra
'ostra'.
La
estación del tube está muy cerca del hotel... un conveniente
supermercadito nos vende unos exquisitos sandwiches de prosciuto,
ensalada de frutas y bebidas que nos permiten hacer un bonito picnic
en nuestra habitación. Caemos rendidos... pensar que esta mañana
estábamos en York!
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